El presidente de EEUU, Barack Obama, se fundió, minutos antes de pronunciar en el Congreso su discurso sobre el Estado de la Unión, en un emotivo abrazo con la congresista demócrata Gabrielle Giffords, herida gravemente el pasado año en un tiroteo. Al llegar al Congreso, el presidente saludó animadamente a algunos de los miembros de su partido, pero al llegar a la congresista se detuvo para darle un fuerte abrazo.

Vestida con un traje naranja de chaqueta, sonriente y con el cabello corto, Giffords fue recibida entre los aplausos de sus compañeros. Visiblemente emocionada, apoyó la mejilla sobre el hombro de Obama, que la zarandeó cariñosamente, y ambos intercambiaron unas palabras.

Entre el público también estaba su esposo, el astronauta de la NASA retirado Mark Kelly, quien se sumó a los aplausos. La congresista, que recibió un disparo en la cabeza cuando participaba en un acto con votantes a las puertas de un supermercado en Tucson (Arizona) el 8 de enero de 2011, anunció esta semana que dejará su escaño para centrarse en su recuperación.

Giffords recibió un impacto de bala que atravesó el hemisferio del cerebro que alberga la parte motriz y el habla. Su recuperación ha sido calificada por los médicos como milagrosa. Tras duras sesiones de terapia y rehabilitación, la congresista recuperó el habla, volvió a aprender a andar e incluso a cantar, pero en las contadas ocasiones en las que ha sido vista en público todavía se advierten las secuelas del incidente.

En el ataque, perpetrado por un joven de 22 años, Jared Loughner, seis personas perdieron la vida, entre ellas la niña Christina Taylor Green, nacida el día de los atentados del 11-S, y otras 13 resultaron heridas. Obama dijo en un comunicado que Giffords personifica "lo mejor de lo que el servicio público debería ser" y es "universalmente admirada" por virtudes que transcienden la ideología: la justicia, la voluntad de escuchar ideas ajenas y un "incansable compromiso con la labor de perfeccionar" el país.